lunes, 6 de julio de 2015

Maiten Cabral Yacobe... la doula más jóven.

A muchas de nosotras, la toma de conciencia, la necesidad no cubierta, la vivencia de desear algo más... nos llegó con nuestra propia metamorfisis "de hijas a madres".

Sin embargo, cada vez más soy testigo de que la toma de conciencia, de necesidad de cambio, de querer conectar con la esencia, de buscar y no conformarse... va llegando antes...

Y este es uno de los ejemplos, Maitén Cabral una mujer jóven, que aún no ha sido madre, pero que siente que antes de emprender esa enorme aventura transformadora, debe conectar con su sabiduría, con su instinto, reconciliarse con sus ciclos, su cuerpo, su naturaleza... y desde ahí, ofrecer lo mejor de sí misma, disfurtar de una maternidad gozosa, hacerle ese regalo a sus hijos y a otras mujeres a su alrededor.

Me emociona ver que el cambio de conciencia cada vez, nos llega antes.

Gracias Maitén, ha sido un privilegio ser testigo de esto a tu lado.


 Maitén Cabral Yacobe...
¿Cómo se prepara una mujer para ser doula? 

Quizás lo fundamental sea sanar sus heridas del pasado, empoderarse, conocerse, creerse válida y adquirir una serie de conocimientos relacionados con el embarazo, la maternidad y el puerperio.

Pero, ¿es sólo eso?
¿Un buen temario cargado de información, de frases llenas de conocimiento pero sin emoción? Por supuesto que no.

En la Formación Profesional de Doulas del Proyecto Vida te llevan de la mano, muy sutilmente, sin tirones.

Cada día, magia. Una sorpresa nueva, un descubrimiento.

Cada docente llega con un cofre del tesoro lleno de sabiduría ancestral, de información de rigor, de amor para dar.

Sientes que te acarician el alma...

Las casualidades no existen y este proyecto se cruzó en mi camino en el momento preciso, justo cuando más necesitaba que se abrieran puertas y ventanas. De dentro hacia afuera. Las semillas estaban plantadas, sólo había que aprender a regarlas.

Arropada por un hermoso grupo de mujeres, abordas un camino de autoconocimiento y crecimiento. Se trata de iluminar lo que llevas dentro, hacer visible la huella que ha quedado en ti generación tras generación, heredada de mujer a mujer, de madre a hija. De desaprender patrones obsoletos, de sacarnos el velo que no permite ver lo que ya está en nosotras, lo natural en el ser humano. Menos lógica y más sentido común. Menos cabeza y más corazón.

El renacer de la conciencia.

¡Qué desconectadas estamos de nuestros orígenes, de nuestro ser!
Las mujeres, sincronizadas con la luna, poderosas, grandes, sabias. 
Todo está en nosotras: la creación de la vida, el origen, la matriz. Encontrar lo que yace en ti dormido. 
Abrazada, unida a ellas, emprendiendo un camino juntas, sabiéndonos válidas. 
Qué manera tan hermosa de despertar.
Cuán poderosas somos al crear vida en nuestras entrañas, al permitir que nos habiten, que se alimenten de nosotras, que nos moldeen el cuerpo. Y disfrutar de ello. Una entrega en cuerpo y alma. Mamíferas al descubierto. 
La maternidad: un terremoto de emociones, un aprendizaje vital.
¿Cómo no ver esta realidad? ¿Cómo no valorarla?
Volver a abrazar a la mujer que habita en ti, romper las cadenas que bloquearon nuestros úteros, que los inmovilizaron e invisibilizaron, volver a respetar y conocer a fondo los ciclos femeninos, permitir que las contracciones nos recuerden que estamos vivas y que sabemos crear vida y traerla a este mundo. 
Hacerlo concienzudamente, todas juntas, arropadas.
La mano de la doula te acaricia suavecito, no estás sola, todas somos una...


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