lunes, 27 de julio de 2015

Rebeca Ibañez, "La formacion de doula iba a acercarme a mi sueño de ser matrona"

Vimos a esta hermosa y poderosa mujer transformarse.  Una gran metamorfosis, así como lo hacemos las mujeres cuando nos convertimos en madres, que todo se nos da la vuelta como un calcetín - si nos lo permitimos, todo se nos des-coloca y re-coloca de dentro, afuera.

Fue un privilegio ser testigos de cómo, mes a mes, Rebeca se iba quitando capas, corazas, levantando su carita, mirando de frente, con un brillo en los ojos, revuleta y a veces, dolorida, porque salir de la zona conocida siempre da miedo, simpre exige un esfuerzo... 
Pero lo hizo, lo hizo y se notaba mes a mes...casa vez más coherente con lo que simpre había sentido, encontrando un nuevo lugar en el mundo desde el que SER y brillar con luz propia, sin tener que agradar, sin hacer lo que se espera de ella, sino siendo...simplemente auténtica.

Yo solo deseo, que si ha de ser, un día se especialice como matrona, pues las mujeres merecemos ser acompañadas y asistidas por mujeres que se han trabajado, que conocen el mundo invisible que rodea estos procesos, que conocen el camino a acompañar porque un día se acompañaron a si mismas...

Rebeca, me quedo contigo para siempre...

Carolina Cerro


Cuando llegué  a la formación no tenía claro mis motivos.
Hacía poco que había vivido en mi cuerpo un parto natural en mi casa y tenía una conexión conmigo, con mi alma como nunca antes había sentido.

Estaba justo en el momento de dejarme fluir con la vida. De dejarme llevar.
Mi conciencia recordó que una de las razones por las que había decidido ser enfermera, era para algún día, acompañar la vida siendo matrona.

 Por aquel entonces no me planteaba la capacidad de la mujer como la conozco ahora. Ahora, después de la más pura, intensa y maravillosa experiencia que ha sido para mí ser madre de dos niñas, conozco en primera persona lo que somos capaces las mujeres solo por el hecho de serlo. Porque la Naturaleza nos hizo así,  perfectas.

Me convencí  de que haría la formación de Doulas para no perder de vista esta visión  de la maternidad, del nacimiento,  de la vida, cuando llegara el momento en que me convirtiera en matrona...


Entonces llegó el día.
Ese día,  llena de estrellitas que chispeaban  dentro de mí,  nerviosa y sin expectativas.
Ahí sentada en un cojin,  escuchando...escuchando a cada una de esas chicas que querían cambiar el mundo para que fuera más sensible, más consciente...y de tanto escuchar...me escuché.

Hacía tiempo que no lo hacía.  ¿Lo había hecho alguna vez? ¡me escuché!

Y una vez al mes, con las ganas de aprender lo que venían a enseñarnos, volvía a sentarme en un cojín y volvía a suceder la misma magia ¡me escuchaba!
Estaba en el mismísimo cielo. En el cielo que siempre me acompañó desde niña.
Con mi eterna amiga la Luna en todo mi ser  y 15 hermanas de luna que llegaron para verme crecer.

Me re - encontré,  me abracé, me besé,  me acaricié, comencé a respetarme,  comencé a permitirme y me permití ser yo; para ser yo para siempre.
Y así es.

Para mí, la formación de Doulas de Proyecto Vida iba a acercarme a mi sueño de ser matrona, resultó ser una experiencia enriquecedora a todos los niveles. Un crecimiento personal del que todas fueron testigo, un re-encuentro conmigo misma que ya no tiene vuelta atrás, un enamoramiento intenso de 15 luces que sé que, de alguna manera, siempre estarán en mi vida...porque,  sin ellas saberlo, su primer acompañamiento emocional lo estaban haciendo y conmigo.

Ahora no sé si llegaré  algún día a ser matrona.
Lo que sí tengo muy claro es que el cambio que ha habido en mí es solo una semilla para seguir creciendo conmigo. Auténtica. Para no juzgar, para escuchar desde el corazón,  para no opinar,  para no convencer. Para respirar, profundo, y saber conectar con otras personas y ayudarlas con lo que necesiten. En su embarazo,en su parto, en su puerperio,  en su lactancia,  en su crianza,  en su enfermedad, en su vida, en su proceso,  sea cual sea, acompañar desde el corazón.


Acompañarme a mí misma ha sido la más gratificante y hermosa de las enseñanzas que he recibido en esta vida. Ahora solo siento que nunca dejaré de acompañarme y de acompañar a todo ser que aparezca en mi camino. Enseñar esto al mundo, a mis hijas...es mi granito de arena para vivir en un mundo más respetuoso,  más auténtico y más armónico.



GRACIAS.

A cada una de las lunitas que se armaron de fuerza y valentía para emprender este caminito y darme la mano a su paso.  Gracias.

A mi marido por apoyarme y empujarme para tener la fuerza de sumarle tanta revoltura a mi  vida en pleno puerperio ya revuelto. Gracias.

A mis hijas por elegirme y servirme de llaves para abrir y cerrar tantas puertas. Gracias.

Y GRACIAS Carolina Cerro, por tener tanta fuerza y creer tanto en ti. Por tener el valor de cambiar tu vida e iluminar tantas que te encuentran en su paso.



                                                                                                                         Rebeca Ibañez,
                                                                                                         mujer, madre, doula y enfermera.

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